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Una trayectoria con estilo;
Gualberto Rocco; toda una vida dedicada a la industria del plástico y a la gremial.

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Gualberto Rocco, Presidente de la AUIP (Asociación Uruguaya de Industrias del Plástico) durante el período 1975-1998. Presidente de la CIU (Cámara de Industrias del Uruguay) durante el período 1998-2000.Actual Director de Partil S.A.


Durante muchos años ocupó el cargo de Gerente General de ATMA, una de las empresas de más trayectoria en el Uruguay, presidente honorario de la AUIP, Asociación Uruguaya de Industriales del Plástico, luego de ocupar activamente el cargo por 23 años, primer presidente de una gremial industrial nacional venido del sector plástico, y nombrado internacionalmente por ALIPLAST en el año 1998 como el hombre del año del plástico.


Ingresé en la administración de la empresa Bakirgian y Cia, en el año 1957, empresa dedicada a la intermediación y venta de telas. Principalmente vendíamos los textiles de producción local. En esa época no se podía importar, ya que los aranceles eran muy altos, y la modalidad de ventas era a través de los mayoristas. Las fábricas empezaron a vender directamente al público, y el papel de intermediación se fue reduciendo. A raíz de esto comenzamos a buscar otros horizontes, y es en el año 1958 que empezamos a vender un nuevo producto que había en el mercado, el film de polietileno. Existía un único proveedor del mismo, la empresa NIBO PLAST, que llamaba a su producto; Nibofilm. Allí se genera una relación, entre el único productor del film; NIBO PLAST y el único vendedor; BAKIRGIAN. Nace una amistad y con el tiempo tiene su mejor relación cuando se efectúa una alianza más profunda y se concreta la compra del 50% del paquete accionario de NIBO PLAST. Nuestra empresa entra en la sociedad, con una nueva visión de participar en el área de la industrialización, y dejar la intermediación que estaba decayendo. La sociedad dura muy poco tiempo por divergencias en la manera de encarar los negocios, y volvemos a vender la mitad de la compañía y ahí concluye nuestra sociedad con NIBO PLAST.

Paralelamente, ATMA uruguaya, que pertenecía a ATMA argentina, entra en una etapa financiera difícil y el principal acreedor de la fábrica, de materias primas, se queda con ella. ATMA cambia la estructura y nombra un nuevo gerente quién se acerca a nosotros para ofrecernos la distribución de los productos que fabricaban, principalmente en el rubro de bazar, juguetería y envases desechables. Pasa el tiempo y se ofrece en venta la empresa y nuestro grupo la compra por el año 1964. Continúa el gerente, el Sr. Miguel Lapenne, durante unos 3 años, hasta que se retira para hacer una experiencia en Caracas en resina poliéster con fibra de vidrio. Se nombra otro gerente que fallece al poco tiempo. Es en ese momento, principios de los 70, la dirección de la empresa me ofrece a mí la gerencia general de ATMA S.A. Yo de extracción administrativa, sin conocer, lógicamente, lo que era el plástico en sí, acepto y me pongo al frente de la compañía. Vivíamos una situación de país muy especial, porque no se podía importar maquinaria ni sus repuestos.

Teníamos equipos industriales que la empresa había importado en 1949, es decir, habían transcurrido más de 20 años y las máquinas no solamente estaban usadas, sino que con la tecnología de ese momento, ya eran obsoletas. Lógicamente queríamos renovar el parque de maquinarias, pero para poder importar equipos había que hacer un pedido al Banco Central para que autorizara la importación. Cosa que en aquél momento empezamos a tramitar, y luego de un año y medio de estar pidiendo la autorización, no habíamos conseguido poder ingresar una máquina. Por otra parte, para importar materia prima había un contralor de importación y exportación. Es decir tenías un cupo en dólares no en kilos y con ese cupo había que resolver el problema de producción. En 1973 llega una crisis mundial, por el tema de la suba del petróleo, y en lo que respecta al plástico el precio se elevó indiscriminadamente, y trajo como consecuencia que se redujera enormemente la cantidad de kilos que entraban en el cupo, que se podían importar. Fueron momentos muy difíciles, y con ese panorama planteado no se podía pensar en avanzar, porque se estaba muy acotado en el radio de acción, tanto para conseguir materia prima, como para maquinaria, lo que nos limitaba a incorporar nuevas tecnologías y por consecuencia a progresar.

Por otra parte, teníamos un situación muy difícil social y política en el país, hasta el año 1973 había una guerrilla interna que tampoco alentaba a nadie a invertir, y aunque hubiera habido posibilidades de importar, era una cuestión de medirlo muy bien porque no se sabía que iba a suceder, y lógicamente repercutía sobre la industria. En ese año llega al país el proceso cívico militar, que entre otras cosas va a cambiar la orientación económica. En 1974 cuando aún estábamos esperando nos autoricen los permisos para traer máquinas, asume como ministro de economía, Alejandro Vegh Villegas y se abren las importaciones y el panorama cambia totalmente. Dentro de este contexto, la situación general cambia, ya con un poco mas de tranquilidad. Es entonces que el empresariado uruguayo sale a conocer lo que está ocurriendo en el mundo, y así poder traer nuevas tecnologías. Comenzamos a concurrir a las ferias internacionales del plástico, que en aquél entonces las importantes no estaban en la región, estaban en las ciudades de Dusseldorf, Milán y Londres. En una ocasión el gobierno de Italia invitó a un grupo de industriales a su país, para promocionar su oferta industrial. Veían una gran oportunidad de vender maquinarias en nuestro mercado, porque conocían las deficiencias del mismo y las necesidades de tecnología. Viajamos unos cuantos empresarios, y en lo que respecta a la parte de inyección, se cumplió un cometido en forma importante, porque los uruguayos compraron muchas máquinas, y así comenzaron a entrar equipos y tecnologías nuevas al país. Coincide este momento, cuando entro como vocal, en la asociación de plásticos, siendo muy joven. La inquietud que tenían todos era avanzar y adelantar ya que ahora había posibilidades de invertir. Continué mi vocación dentro de la gremial, hasta que en el año 1975 soy nombrado presidente de AUIP y continúo así hasta 1998, que dejo el cargo para asumir la presidencia de la Cámara de Industrias del Uruguay, que lo fui por dos períodos consecutivos.



¿Qué se hizo como agremiación respecto a la capacitación en el sector?

La AUIP toma conciencia de que hay que empezar a traer al Uruguay gente capacitada, que nos transmita lo que respecta a la tecnología que se estaba usando. Ahí se organiza la primera semana del plástico, que fue muy interesante, muy buena, que me tocó vivir como vicepresidente. En ese momento el presidente era el Ing. Fernando Invernnizzi de la empresa Caurem S.A. Se organiza esta semana, para la cuál trabajamos muy duro, y donde vinieron técnicos alemanes, ingleses, y muchísimos profesores argentinos. Se hicieron jornadas técnicas, tanto para el personal y mandos medios de nuestras fábricas, como charlas explicativas para las universidades y el público en general, sobre lo que se estaba haciendo con el plástico. Todas estas jornadas se hicieron en la sala Vaz Ferreira de la Biblioteca Nacional. Era el año 1976, en julio, y para ese entonces ya era el presidente de la AUIP, que tenía una clara preocupación; traer al Uruguay el conocimiento. Lo cierto es que la industria necesitaba tener tecnología y aprendizaje en todos sus niveles, empresarios, técnicos, mandos medios y operarios. En el país no había institutos de capacitación, hasta que se crea COCAP (Consejo de Capacitación Profesional), que tenía un área muy definida y muy dirigida a las necesidades que había en ese momento. Se ocupa de que haya cursos para los mandos medios de las fábricas.

Después tuvimos el sistema Dual, el SINAFOD, muy bueno, que era financiado con recursos de Alemania y funcionaba en la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay). Duró unos cuantos años, y se daban cursos de plásticos, matricería, conjuntamente con muchos otros rubros. Se llamaba Dual, porque era dividido una parte de la educación en la SINAFOD y se continuaba en la fábrica. En esta inquietud de cosas, y como ya comenzaba la inserción del País en la región, se nos ocurre de hacer, ya con un poco más de visión, un centro tecnológico en Montevideo para la región. Tomamos contacto con ONUDI (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), planteándole nuestra inquietud, y nos responde que está dispuesto a ayudarnos, que es posible, pero que primero tiene que hacer un relevamiento del estado de la industria. Para ello envían a varios técnicos, entre ellos uno excelente que lo habíamos tenido como expositor durante la semana del plástico, para recorrer una por una nuestras fábricas. La organización determina que es evidente que necesitamos apoyo tecnológico, y que Uruguay podía ser centro para la región, pero nos da dos condiciones que hicieron inviable el hecho de poder realizar ese centro tecnológico; la cámara no intervendría en la dirección del programa, ya que lo haría la UTU, y una inversión de 350 mil dólares, que no podíamos conseguir en ese momento, ya que estábamos en el año 1982, en la peor crisis que vivió el país, debido a la devaluación de la moneda nacional, la famosa “Tablita”. Siguiendo en esa línea, fuimos a hablar con JICA, Instituto Japonés para la Cooperación Internacional, que estaba ocupándose en desarrollar la industria del papel del Uruguay, dentro de las instalaciones del LATU (Laboratorio Tecnológico del Uruguay). Luego de plantearles nuestras inquietudes, logramos que evaluaran el nivel de tecnología que tenían las empresas de plástico, en control de calidad, y si era suficiente para proyectar el país hacia la exportación. Vienen misiones de técnicos, hasta que Japón aprueba la instalación de un laboratorio completo de última palabra, que hasta hoy es de última palabra, con un aporte de 2 millones y medio de dólares en equipos y máquinas y medio millón para las misiones que venían al Uruguay para capacitar y a su vez para enviar técnicos uruguayos a capacitar al Japón. Lo que teníamos que poner en contrapartida era el edificio, y el LATU, que es codirigido por la cámara de Industrias, acuerda darnos nuestro lugar para el plástico, y se concreta esta inversión de Japón allí. Luego hago un viaje a Japón para agradecer personalmente lo que habían hecho por nosotros, lo cual les sorprendió mucho, porque no era frecuente que otras gentes fueran a agradecerles, pero creí hacer lo correcto. El laboratorio se instaló y empezó a trabajar en el año 1991, y hoy es el que demanda mayor colaboración de todos los sectores gremiales.

¿Cómo fue la inserción del Uruguay en la región?

Luego de que el país se abrió a las importaciones, y pudimos mejorar nuestros equipamientos y tecnologías, queríamos tener un panorama más amplio de venta y para ello necesitábamos efectuar exportaciones. Es cuando allí viene toda la inquietud de los convenios con Brasil y Argentina. A los industriales, nos tocó hacer un gran trabajo en estos convenios, con una cantidad enorme de rubros en cada uno. El convenio con Argentina, se llamó CAUSE, e implicó que Uruguay podía vender el 5% del mercado interno argentino, para lo cual había que establecer cupos de exportación. Con referencia al acuerdo con Brasil, el PEC, fue diferente en su elaboración, ya que aquí no participamos los industriales, o tuvimos muy poca injerencia. Lo manejaron los políticos. De todas formas, ambos convenios nos enseñaron a exportar y lo pudimos hacer bien. Cuando se empezó hablar del MERCOSUR, por el año 1988, ya teníamos mucha relación con los industriales argentinos, pero prácticamente no conocíamos las cámaras de Brasil y del Paraguay. Entonces tuvimos la inquietud de proponer, una comisión, que como primer motivo fuera conocernos, y como segundo motivo el poder conocer los problemas de nuestra área. Así creamos la COMIPLA, que era la comisión de la industria del plástico del MERCOSUR. Después de unos años se empieza hablar del ALCA, una dimensión mucho más grande, que todavía no cuajó, pero en aquél momento venía con fuerza, con miras a llegar a ser un acuerdo. A raíz de ello, nace también la inquietud de los que formábamos la COMIPLA, de hacer una comisión que pudiera ver lo que iba a suceder en el área de Latinoamérica. Y ahí se crea en San Pablo ALIPLAST (Asociación Latinoamericana de Industriales del Plástico), durante una feria Brasilplast.

Se adopta el mismo nombre de la antigua agremiación que estaba en el seno de ALALC y que había dejado de funcionar hacía tiempo y se recrea este grupo para tratar los problemas que se presentarían en el ALCA, que nunca se llevó a concretar, pero en el plástico marchó. Como dato de orgullo personal, dentro de ALIPLAST, en el año 1998, soy distinguido como el empresario del año. Durante este año, y en la feria de Argenplás en Buenos Aires, distinguieron a Uruguay con la presidencia de ALIPLAST.

¿Como es tu participación en la Cámara de Industrias del Uruguay?

Como presidente de mi agremiación, soy invitado desde el año 78 como vocal en la directiva de la CIU, y permanezco durante 8 años. En una segunda etapa, vuelvo a entrar en la CIU en el año 1996 y soy elegido vicepresidente y posteriormente elegido presidente por dos años. Para mí fue un orgullo haber sido elegido presidente por unanimidad en ambos períodos. Finalmente me retiré de la actividad gremial al finalizar mi mandato en el año 2000.

Entre los temas más complicados que me tocaron durante mis períodos como presidente de la CIU, sin duda el más complejo fue la devaluación brasileña de 1999, donde se empezó a descomponer el MERCOSUR. El tratamiento de toda la inserción en sí del Uruguay dentro del MERCOSUR y del ALCA, por supuesto todos los problemas que tuvimos de exportación, luego los obstáculos que nos puso Argentina, Brasil, que todavía siguen, cambio de gobierno y autoridades, cambio de siglo, tener que promover al país en el exterior, en fin, todo esto significó mucha atención permanente. En mi período, como un gran logro, comenzamos la construcción del nuevo edificio de la CIU, una obra fantástica que se inauguró un año después de finalizar mi segundo mandato. En lo que respecta al plástico y el medio ambiente, se nos planteó el problema más grave con la recolección de las botellas de PET, que se llega a un acuerdo entre varias partes involucradas en 1999, con el convenio de recolección y acopio del PET.

Cuando soy elegido presidente de la CIU, no era compatible que siguiera como presidente de la AUIP, por lo tanto me retiré. En ese momento se me hace un homenaje, prácticamente la mitad de la vida de la cámara la presidí, estando 23 años ininterrumpidos, entonces se me elige presidente vitalicio. Otro de los puntos importantes en la gremial, fue cuando vuelve la democracia al país, y empezamos a hablar de consejos de salarios, de toda la complejidad que teníamos en las categorías, y empezamos otra tarea difícil, coparticipando con el sindicato del plástico. Mirándolo en el tiempo, evidentemente pudimos manejar toda la parte gremial y sindical bastante bien, el gremio del plástico nunca tuvo un problema gremial como gremio, hubo sí problemas de algunas fábricas. Y hoy vemos un gremio del plástico mucho más desarrollado.

En estos últimos años, la industria del plástico del país ha evolucionado en forma imponente, más que nada en la incorporación de nuevas actividades, nuevos productos, y de nuevas y fuertes inversiones industriales.

Junio 2006 – Montevideo Uruguay



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